jueves, 13 de diciembre de 2012

ENTREVISTA A PEPE DOMINGO CASTAÑO


       ¿Que le motivó a dedicarse a la comunicación y específicamente a la radio?





Pues me motivó… Yo creo que tenía vocación para esto porque, cuando era pequeño, me decía mi madre que yo ponía la radio en Padrón, en mi pueblo, cogía una cuchara e imitaba a los locutores de la radio, haciendo publicidad además, lo cual me da la impresión de que me vino de pequeñito. Yo siempre creí que valía para esto, y hasta que pude conseguirlo, me costó bastante, pero una vez que lo conseguí, pues ya a muerte con ello.


¿Cómo fueron sus inicios en la radio, el inicio de su carrera?

Pues mira, yo… En mi pueblo, en Padrón, hay una gran afición a las carreras ciclistas, hay mucha gente que le gusta el ciclismo, y se organizan muchas carreras. Entonces, en cada carrera, hay un coche que va con unos altavoces anunciando la publicidad y diciendo cómo va la carrera, y eso lo tenía que hacer alguien, y como en mi pueblo sabían que a mí me gustaba esto de la radio y de hablar, y de hacer todas estas cosas de teatro y todo, pues me dijeron si quería hacerlo yo, y lo hice yo, y así empecé realmente. Ahí empecé, y me di cuenta de que valía para esto. Y luego un día, viniendo de una fiesta, con unos amigos, oímos en una emisora de Santiago, que está muy cerca de Padrón, que querían gente nueva para la radio, que buscaban voces nuevas. Entonces mis amigos me dijeron “A ti que te gusta tanto la radio, ¿por qué no te presentas? Y yo dije “pues me voy a presentar”. Y efectivamente, me presenté y gané. Y eso fue en el año 65, y hasta hoy. Ahí empecé realmente.


¿Cómo fueron sus años en la televisión?

Bueno, la tele suena un poco consecuencia siempre de la radio, ¿no? Haciendo radio, pues se consigue exaltarte, hacerte conocer en los medios. Pues, sin querer, cuando llega un programa de televisión, los nombres que barajan siempre son gente que ha hecho radio. Entonces, yo, un día, fui a la televisión, pero sin que me llamase nadie, a ofrecerme. Dije “si hay alguna cosa para mí, no duden en llamarme”. A través de un amigo que me presentase a otro amigo, y le dije “ oiga, aquí tiene mi tarjeta, si algún día necesitáis alguna voz, o algún presentador, pues me llamáis”. Yo, creyendo que no me iban a llamar nunca, claro. Y mira por donde un día me llamaron, y además cuando peor lo estaba pasando yo, o sea, estaba hecho una porquería, de verdad, una piltrafa, anímicamente, me llega la llamada de televisión, que vaya a televisión, que quieren hablar conmigo. Fui a hablar con ellos y era para poner voz a un programa. Era la voz, nada más. Pero, cuando puse voz a ese programa, el que hacía, el que dirigía, ese programa, dirigía un programa de libros en televisión que se llamaba “Biblioteca joven”, y me dijo si a mí me interesaba presentar un programa, presentar ese programa, porque el anterior presentador se marchaba. Y yo “¿Cómo?¿Que voy a salir en pantalla y la van a ver en mi pueblo?”. Y claro. Y ahí empecé, en un programa que se llamaba “Biblioteca joven”, hace muchísimos años.


¿Qué diferencias ve entre trabajar en la radio y trabajar en la televisión?

Enormes, enormes. La radio es personal, íntima… No se puede cambiar por nada. En la radio, tú eres un poco el dueño de lo que haces, porque todo depende de ti, tu palabra es la única que vale. En la tele no, ya no vale nada de eso. En la tele dependes de una luz, dependes de un maquillaje, dependes de un cámara que te puede sacar bien o mal… Dependes de un montón de cosas. O sea, ya no mandas tú en tu palabra. En la radio, mandas tú, y lo que tú haces. Eres plenamente responsable de lo que dices. En la tele, yo creo que es menos. A mí la tele nunca me ha gustado, me ha gustado mucho más la radio. Lo que pasa es que lo he hecho porque hay que hacerlo, pero si hubiera tenido que elegir, hubiera elegido siempre la radio. Hay una diferencia bastante abismal para mí. En la radio, soy yo. En la tele, no era yo.


¿Con qué medio siente más cercanía con el público? ¿Cuál es más próximo a los espectadores?

Hombre, la radio. La radio es que la radio, en este momento es la vida, es el sonido de la vida. En cuanto se produce una noticia, el medio que más rápido la emite es la radio. La radio es instantánea. Se produce un accidente, alguna buena noticia, o mala, o lo que sea, e instantáneamente la radio la da. La tele tiene que esperar a confirmarla, primero tiene que mandar una cámara, primero tiene que decir que parece que está ocurriendo. ¿Por qué? Porque la televisión es imagen, en la radio son palabras solo. La radio le gana la batalla a la tele, pero en muchas cosas, en casi todas.


¿Cree que la radio está lo suficientemente valorada en relación con otros medios de comunicación?

Yo creo que sí. Bueno,  se decía cuando llegó la tele, que moriría la radio, y yo creo que no ha muerto. No solo no ha muerto, sino creo que la televisión ha descubierto nuevos caminos a la radio. Ha revitalizado la radio, que se moría. La radio se moría por falta de ideas, como se está a punto de morir ahora, también por falta de ideas. De cuando en cuando, ocurre, cuando pasa mucho tiempo. Tú ves ahora mismo quién hace radio, por ejemplo, por las mañanas en las emisoras, dime los nombres (…). Son gente más o menos ya baqueteada,  que lleva mucho tiempo. No hay movimiento en las carteleras de radio. ¿Por qué? Porque lo siguen haciendo, o lo seguimos haciendo, los mismos de siempre. Yo llevo toda la puñetera vida haciendo lo mismo. A mí me encantaría dejarlo ya, pero no me dejan dejarlo, porque no han encontrado a nadie que pueda hacer lo que hago yo. Pues tendrá que haber alguien que lo haga por ahí, que lo esté haciendo, que lo pueda hacer. Ese es el problema de la radio, que de cuando en cuando necesita cambiar todo y no se está haciendo. Cuando vino la tele, cambió todo. La radio recuperó mucho de lo que había perdido. Ahora quizá nos haga falta otra recuperación, volver a barrer todo lo viejo y empezar a poner cosas nuevas. Yo creo que le faltan ideas a la radio.


¿Cómo cree que los medios de comunicación pueden influir en la sociedad?

Pues influyen, claro que influyen. Tenemos una responsabilidad muy grande que yo creo que ni nosotros mismos somos conscientes a veces de lo importantes que son nuestras palabras, de lo difícil que es tener, en ese momento, un micrófono delante para poder comunicarle algo a la gente. Tú estás comunicando algo a la gente o dando una opinión de algo, y sin querer, estás intentando hacer proxenetismo, ¿no? Entonces, a veces no nos damos cuenta de que tenemos una responsabilidad muy grande. Y a veces mentimos, a veces tergiversamos una información y a veces damos (yo digo “damos” en el sentido genérico, no es que la haya dado yo) pero dar, puedo decir, informaciones que son tendenciosas, que se arriman al lado del que vive el periodista. Yo creo que el periodismo, hoy día, está bastante peor que hace 20 años, por ejemplo. Ahora, los periodistas, tanto deportivos como políticos, por ejemplo, son todos o de un partido o de un equipo, y antes eso no pasaba, aunque pasaba, no se decía, y ahora se dice. Y no pasa nada. O sea, ¿qué opinión te puede dar, te puede merecer un comentarista político que sabes que es de derechas o que sabes que es de izquierdas? ¿En qué medida te puede influenciar? Si está defendiendo su postura. O un comentarista deportivo que es del Madrid o es del Barça. Lo lógico sería que fuese independiente. Eso sería lo ideal, pero como no ocurre, pues a veces pienso que no nos hemos dado cuenta de lo importante que es nuestra opinión a la hora de hablar en un micrófono o a la hora de hablar frente a una cámara.


¿Para usted cómo fue el cambio de la cadena SER a la cadena COPE?

Pues… Lo peor no fue el cambio. Lo peor fue la sensación  de que dejabas atrás toda una vida. De pronto, sin que pase nada, porque a mí no me pasó nada con la cadena SER, yo estaba bien con la cadena ser, y de pronto me vi obligado a irme, pero no por ningún problema ni económico ni empresarial, sino porque a un amigo le hacen una faena y yo, por solidarizarme con ese amigo, me voy con él. Entonces, ese es el momento tremendo, ¿no? Y dices bueno, voy a abandonar casi toda mi vida en la SER por una COPE que yo no sé lo que va a pasar allí, qué vamos a hacer allí. Ese fue el momento más duro, tomar la decisión. Yo nunca lo dudé. Yo en el momento que vi que a Paco lo echaban, yo tomé la decisión de seguirle y, junto a mí, tomaron la decisión más de 50 personas, y supongo que muchos oyentes. Entonces, nunca me he arrepentido de haberlo hecho. Y ya, me ofrecieron el oro al moro, pero es que yo ya no podía seguir en una empresa que había hundido a un compañero. Y entonces, lo difícil fue eso, dar el paso. Una vez que das el paso, como te venías con toda la gente – yo miraba alrededor y veía el primer programa que hicimos el 27 de agosto, yo miraba y veía a Armenteros, veía a Paco, veía a Evia, veía a los técnicos. Claro, para mí era lo mismo. Era un estudio más pequeñito, sin tanto bombo como el de la SER, un estudio más humilde, pero el programa realmente era lo mismo. O sea que trauma, dificultad, no hubo ninguna, solo el momento de tomar la decisión. Eso sí que fue duro y complicado.


¿Qué significa para usted el deporte?

El deporte… Bueno, es un medio para expresar lo que yo quiero expresar, o sea, a mí me parece un medio maravilloso para prestigiar, por ejemplo, algo que está bastante desprestigiado, que es la publicidad. A mí siempre me pareció horrible que un presentador de radio dijese, que lo siguen diciendo, contra mi voluntad, pero lo siguen diciendo: “Y ahora, una pausa para la publicidad”. O sea, como si la publicidad fuese una mierda. “Mira ahora dejo de hablar yo, que soy el bueno, y viene una puta mierda que se llama publicidad. Y luego ya volveré yo cuando termine esta mierda”. Todo eso a mí me dolía mucho. Yo siempre he defendido la publicidad, y creo que con la publicidad se puede hacer radio. Y el deporte te da la oportunidad de hacerlo, porque por ejemplo, tú estás en un programa de la mañana y no podrías hacer lo mismo, el tipo de publicidad que hago yo en “Tiempo de juego”, no podrías hacerlo en el programa de Buruaga, porque son entrevistas más largas, son períodos más largos… En cambio, en el deporte, como cada momento hay un gol, un penalti o algún acontecimiento o alguna frase o alguna jugada, te da oportunidad de meter un ritmo brutal a la radio e involucrar la publicidad en cada cosa que va pasando. Ese, yo, creo que es el único mérito que tengo yo, haber conseguido meter la publicidad ahí, no con calzador, sino alegremente, para que no canse, que sea divertida, que lo haga todo el mundo y que sea algo más que una pausa. Para que la gente la comparta.


¿Cree que el periodismo deportivo español deja de lado otros deportes y le da más bombo al fútbol?

Sí, pero eso te lo pide la gente. Tú haces ahora un programa que tenga más balonmano que fútbol y no te oye nadie. Haces un programa que tenga baloncesto –bueno, ahora el baloncesto un poquito más-, que tenga más baloncesto que fútbol y no te oye nadie. Tiene que estar en función de la gente, de la audiencia. ¿Qué la gente quiere fútbol? Pues hay que darle fútbol. ¿Que quizás se podría meter algún deporte más? De hecho, ya lo estamos poco a poco metiendo, pero cuesta trabajo, porque el baloncesto, por ejemplo, tiene unos horarios anárquicos. Si tuviese todo el baloncesto englobado en un mismo día y a una misma hora, que no sea el domingo por la mañana, se podría hacer un buen programa de baloncesto, pero claro, uno va por la mañana, otro va por la tarde, otro va no sé cuándo, otro el jueves… No está muy claro eso. Entonces, tampoco nos ayudan los deportes. Yo creo que, ahora mismo, el fútbol es el que manda, somos campeones del mundo, somos campeones de Europa, eso ha contribuido, y ahora, como te vaya el fútbol, te pierdes la audiencia, yo creo. Por mucho que digáis vosotros “No, a mí me gustaría que hablasen de baloncesto”. El día que hablemos de baloncesto y dejemos de hablar de fútbol, quitáis el aparato, lo sé.


¿Cree que el periodismo deportivo en España se encuentra en deterioro con respecto a años anteriores?

Sí, yo creo que sí. Yo respeto a todo el mundo. Eh, cuidado, cada uno es muy dueño de hacer el periodismo que quiera. Yo siempre he dicho que yo no soy periodista deportivo. Por eso yo sí puedo decir de qué equipo soy, porque yo no opino de fútbol. Yo no hablo de fútbol. Yo no hablo del Madrid, ni del Barça, ni de nadie. Puedo comentar alguna cosa, pero no desde una cátedra, como hace la mayoría, que es una cátedra, periodismo deportivo. Por eso yo digo que soy del Dépor, y a mucha honra, y no me arrepiento de decirlo. Ahora, que un periodista que critica y ya entra en terreno de crítica contra cualquier equipo, contra cualquier circunstancia que se produzca en el fútbol, diga de qué equipo es, a mí no me parece bien. Hubo un tiempo que me parecía bien, pero yo creo que ha sido perjudicial para la objetividad del periodismo deportivo. Yo creo que lo ha perjudicado bastante, porque encima, si eres de un equipo, cuando te hablan mal de él, aunque tú no puedas decirlo, te cabreas más, y tus berrinches se trasladan a la antena o al periódico. Por eso hay tanto periodismo agresivo últimamente. Muy visceral, muy poco edificante y, para mí, un poco ecléptico. No me gusta cómo está el periodismo deportivo.


¿Qué opina del movimiento 15-M?

A mí me parece perfecto. Yo creo que para eso estamos en el mundo, para protestar y para rebelarnos. Yo, porque estaba en la radio en esos momentos, si no yo hubiera ido también. No me gustaría que se radicalizase. Yo, mientras sea un movimiento pacífico, de rebelión e incluso de insumisión a determinadas directrices de los que mandan, me parece perfecto. Yo, mientras no haya violencia ni se radicalice, me parece el mejor movimiento que se pueda inventar para tratar de decir a estos miserables políticos que tenemos que así no se llega a ninguna parte.


¿Cómo cree que afecta la crisis a los medio de comunicación?

Pues mucho. Nosotros, afortunadamente… Yo no sé. Yo, cada día que me levanto, doy gracias a quien sea porque no hemos sentido la crisis. Nosotros estamos en un nivel publicitario igual que teníamos en “Carrusel”, y yo creo que más. Tenemos también más horas, por eso se nota menos la publicidad, claro. En Carrusel eran menos horas y era un poco agobiante. Aquí, agobia menos porque hay más horas, pero estamos a un nivel igual que en “Carrusel” e igual que al principio de cuando empezamos, o sea que a los anunciantes hay que darles las gracias. ¿Hay crisis? Crisis hay para la gente que busca trabajo. A mí me encantaría  ahora darle oportunidad cada año a tres periodistas deportivos nuevos para que entrasen en el equipo, y se fuesen formando, por lo menos durante un año, ¿no? Que bebiesen de las fuentes, de nuestra forma de trabajar y que esa forma de trabajar la llevasen otras cadenas. Eso lo he propuesto, pero es imposible, porque está el máster COPE también, hay gente que tiene que entrar… Entonces, no hay oportunidades para la gente joven, y eso es lo que más me duele. Que hay mucha gente por ahí que puede valer y que puede ser yo en el futuro, y no les estamos dando la oportunidad que se merecen. Y eso es lo que más me duele ahora mismo de la crisis, no cobrar menos, o ganar más o ganar menos, no, que mucha gente que sé que vale, y que podría hacerlo muy bien, no puede demostrarlo. Porque a ti ¿de qué te vale ser muy buena si no te dan la oportunidad de decirlo? A mí me dieron la oportunidad, me costó, pero me la dieron, entonces lo pude demostrar.


¿Qué opina sobre los becarios? ¿Cree que están lo suficientemente valorados?

Yo creo que no. Yo, lo que decía antes. Creo que le faltan muchas oportunidades a la gente. Y yo no sé cómo se puede arreglar esto, no lo sé. Es que no sé si, cuando acabe la crisis, que acabará algún día, va a haber oportunidad para que los becarios desarrollen sus facultades. Nosotros tenemos unos becarios que algunos se han quedado con nosotros, o sea, el que vale realmente, si aprovecha el período de becario para demostrar lo que vale, ese tío tiene futuro. Ahora, si lo primero que pide un becario es “cuándo voy a librar”, como ha ocurrido con algunos, yo le pongo una cruz ya. Porque un tío que llega y el primer día “oye, ¿qué días voy a librar?”. Digo “no, perdona, primero, trabaja, coño. Primero, demuéstranos que vales. Y una vez que demuestres que vales, ya buscaremos a ver cuándo libras, hombre, tranquilo”. O sea, lo primero que hay que hacer es demostrar lo que llevas dentro. Y hay que darles la oportunidad. Nosotros, con los de Máster COPE, tenemos becarios y otros que vienen y los tratamos fenomenalmente. Les metemos directamente en el trabajo para que lo demuestren.


¿Qué consejo nos daría a los jóvenes que queremos dedicarnos a esta profesión de  comunicadores y periodistas?

Mira, voy a hablar por experiencia. A mí, lo que me ha salvado siempre ha sido la vocación. O sea, ¿qué es la vocación? Saber que vales para una cosa. Yo sabía que valía para la radio. Entonces, toda mi vida, por muchas puertas que se cerrasen, yo sabía que algún día se tenían que abrir. Por muchos trenes que pasasen sin parar, digo “¡algún día parará alguno, coño!”. Porque yo sé que va a parar alguno. Y como pare uno, vamos, de ese no me bajo yo… ni borracho. Entonces, yo siempre he tenido esa idea de que la vocación es lo que te salva. Si tú quieres ser periodista deportivo, periodista normal, de radio o de televisión, y te dan la mínima oportunidad para demostrarlo, demuéstralo. A lo mejor no vales. Tú te darás cuenta de si vales o no vales. Ahora, como valgas, y tú sepas que vales, tienes que convencerte de que eres la mejor. Yo cuando fui a la prueba de Santiago, que fue la primera que hice en mi vida de radio, yo sabía que iba a ganar. Es que iba convencido de que iba a ganar, de que era el mejor. Y gané, sí. La confianza, claro. Yo iba seguro de que iba a ganar. Vamos, a mí me dicen ese día que no entro en la radio, y hubiera intentado entrar, hubiera seguido intentando otra prueba. Hasta ganar. O sea, vocación, seguridad en ti mismo, es muy importante. Seguir adelante siempre. Si tienes vocación, seguirás, si no tienes vocación, cambiarás de profesión. Irás a otra más cómoda.


¿Qué siente cada vez que gana un premio?

Pues mira, me vienen muy bien, sobre todo porque, en esta profesión, tienes que estar permanentemente reciclándote. Es tan monótono todo, tan igual todo, los sábados, domingos, los martes, los miércoles, los anuncios, los goles… Ya casi todo es muy repetitivo. Entonces, un premio viene bien para pararte un momento y empezar a fabricar ilusión otra vez. O sea, me acaban de dar un premio, bueno,  voy a buscar el siguiente. Entonces, es como revitalizar, como cambiar las cañerías por dentro y llenarlas de ilusión otra vez. A mi para eso me sirven los premios.


¿Cree que ser reconocido es importante para trabajar en este medio?

Hombre… Ahora sí. Ahora yo, en mi caso personal, sí, porque ya soy conocido, pero cuando yo empecé pues no me conocía nadie. Y bueno, si te dan la oportunidad, tienes que demostrarlo, tratar de demostrarlo. Yo intenté demostrarlo. Yo tenía mucho orgullo y entonces, cuando me fui de mi pueblo a Santiago, a Radio Galicia, y luego me vine a Madrid, mi gran obsesión era volver a mi pueblo reconocido. Que dijesen “mira, este se fue de aquí” y lo he conseguido.


Hemos oído y leído que usted se dedicó mucho tiempo a la música, y queremos saber si lo sigue haciendo. Si sigue en el mundo de la música.

Sí, bueno. Pero eso es de broma. Yo, en su día, tuve que decidir. A mí lo de la música me superó. Yo, primero, lancé un disco de broma. Bueno…, no de broma. Yo, cuando vine de mi pueblo a Madrid -yo en mi pueblo cantaba, me gustaba cantar, cantaba en las orquestas por allí- y digo “si un día voy a Madrid, y triunfo en la radio, voy a grabar un disco”. Y triunfé en la radio y grabé un disco. Pero yo quería grabar un disco que fuese un éxito. No quería que fuese un disco de un locutor de radio, quería que fuese un disco de una persona que le gusta cantar y que triunfe. Y hasta que encontré una canción, encontré esa canción, que era la de “Viste pantalón vaquero”. La grabé y sabía que iba a ser un bombazo, porque era un pedazo de canción, muy comercial. Y eso fue todo. Yo creí que ahí terminaba todo, grabé un LP, con diez canciones y dije “Bueno, pues se acabó, ya mi prurito de cantar ya está completamente superado”. Pero no sabía yo que había venido un señor de México a España a comprar canciones, a comprar discos. A elegir discos para lanzar allí. Y uno de los que eligió fue el mío, sin saberlo yo. Yo no sabía nada. Y cuando ya había dejado yo la música, al cabo de 8 meses, por ahí, me llama un amigo y me dice: “Oye, que hay aquí un señor mexicano que quiere verte, que ha venido a España a verte”. Y hablo con él y me dice: “Mira, que yo quiero comprar toda tu producción. He llevado a México una serie de discos y uno de los que más ha gustado ha sido el tuyo. Yo no te conocía de nada. Sé que haces radio y televisión. Entonces yo quiero contratarte como cantante para lanzarte allí. Ya tengo los derechos de tu compañía, me faltan los tuyos”. Y quería que firmara un contrato. Y yo que había dejado la música, yo, que para mí la música era… nada, era un divertimento. Y me pone sobre la mesa un contrato y una cláusula en la que me da de anticipo 50.000$, de entonces, estoy hablando del año 76-77. Un talón, allí puesto, con mi nombre, 50.000$. Claro, yo decía: “¿Y esto a qué me obliga?” “Pues te obliga a lanzar dos LP’s. En tres años, vas a lanzar dos LP’s. El primero ya lo tenemos, porque es el que has hecho en España, pero con una canción más que quedó fuera del LP y que es la que más me gusta”. Esa canción era mía la letra, y música de un amigo mío. Que no había entrado en el LP. Y dijo: “pues es la mejor”. Firmé, y yo no estaba muy seguro, y al día siguiente… No, no firmé. Le pedí una fotocopia del talón, lo formalicé en un banco, a ver si era verdad, y era verdad. Y al día siguiente firmé. Se llevó las canciones, se lo llevó y dije: “no va a pasar nada”. Y al cabo de otros 7 meses empiezan a llegarme noticias de que empiezo a sonar en América. Primero la canción del pantalón vaquero, que fue número 2 o 3, y luego ya, un poquito más adelante, ya empieza a sonar otra que es “Motivos”, que esa era la que yo había compuesto. Pero sonar, no sonar, sino que es número 4, número 3, número 2 y es número 1. Entonces me llama el de México: “Oye, que ya lo hemos logrado. Ya eres número 1 en casi toda América”. Efectivamente, yo veía las listas “número 1: José Domingo”. Allí me conocen como José Domingo. Y yo no me lo creía. Yo que tomaba como una coña lo de la música, pues de pronto un disco mío número 1 sin ir allí a nada, solo porque la canción era buena… Bueno, pues ya tuve que irme a México. Entonces ya empezó la vorágine. Yo tenía aquí líos de radio, televisión, no tenía tiempo libre. Fui a México un mes pidiendo aquí y pidiendo allí…, grabando, en la televisión tuve que adelantar programas. Y ya una vez que fui a México ya me dice el tío: “Bueno, usted tiene que dedicarse a esto. Porque esto no se consigue… No es fácil que alguien sea número 1 aquí sin que le hayan visto”. Empecé a hacer programas de televisión, empezó a venderse aquello. 2 millones y medio de LP’s entonces vendí. Una burrada. Y entonces ya me presenta otro contrato que me obligaba a cantar en directo ya. Y era ya un contrato de 5 años, cantar casi cada 2 días en una gala. “pues yo no estoy preparado”, le dije. Claro, yo no estaba preparado. Entonces me vine a España y dije: “Bueno, déjame pensarlo”. Y en España lo consulté con mi familia, con la radio, con la tele, y me dijeron: “haz lo que quieras, aprovecha la oportunidad”. Pero no me da a mí… No me da filling. Está bien la música, ir a la televisión, cantar la canción, cobrar y tal, pero yo lo de cantar en directo no lo veía tan claro. Y tuve que decidir, claro, porque él me dijo: “Bueno, pues, decídelo”. Digo: “¿Puedo seguir grabando discos?”. “Sí, pero, vamos, ya si no tienes el apoyo del directo ya no vas a vender tanto”. Digo: “Bueno, pues ya no grabo más”. Y, efectivamente, cogí, dejé la música, con todas sus consecuencias; me volví a España y me dediqué a la radio, a la tele, que es lo que sabía hacer, y no a cantar, que yo no sé si lo sabía hacer, que me salió bien, pero que ya me daba mucho miedo el dedicarme profesionalmente a ello. Esa fue la historia y desde entonces no he vuelto a cantar más. Hace poco, hace 10 años o por ahí, me llamaron para hacer un LP de todo los éxitos míos con mariachi para México y dije que no. Dije no porque eso me obligaba a ir a México, a volver otra vez… no valía la pena.


¿Cuál ha sido el acontecimiento más importante que ha tenido que cubrir?

Yo creo que para mí lo más bonito fue el Mundial, pero, claro, no estuve allí, no pude estar. Me hubiera encantado haber estado. Pero fue lo más agridulce de mi vida, porque el Mundial coincidió exactamente, porque lo hizo Paco González en Telecinco, con nuestro problema. Entonces yo estuve haciendo el Mundial, que no lo iba a hacer porque estaba enfadado con la SER porque se portaron muy mal conmigo cuando hablé de Paco y me cabreé, pero digo: “lo voy a hacer porque soy un profesional, hay una publicidad contratada y la voy a sacar adelante”. Ahora me arrepiento de haberlo hecho, porque no me sirvió para nada, al contrario. Entonces para mí significaba que terminaba el Mundial y yo dejaba la SER. Yo lo sabía. Entonces, el último día, cuando terminó el Mundial y terminé mi último anuncio, yo sabía que ya no tenía nada más que hacer; cuando España estaba por la calle celebrando y la SER era un bullicio, yo me fui a la planta novena en la SER, salí a la terraza y estuve llorando como 10 minutos, porque estaba dejando muchos años de mi vida en aquel Mundial. Entonces me fui a cenar, esa noche nos emborrachamos todos, y al día siguiente me fui para Galicia. Pero es un Mundial que recordaré siempre, o sea, no podré olvidarlo. Fue el acontecimiento más definitorio y definitivo de mi vida seguramente.

¿Recuerda alguna anécdota a lo largo de su carrera?
No tengo muchas anécdotas. Siempre me preguntan y nunca puedo responder.


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